Sentado en una silla al frente del coliseo Yesid Santos, Reinaldo de Jesús Restrepo saca un cigarillo, lo prende y lo fuma lentamente. Pide un tinto, sin azúcar y comienza a hablar de su gran pasión, el voleibol. Es uno de los grandes referentes de este deporte, no como jugador, mucho menos como dirigente. Es una leyenda viva en el juzgamiento.
Nació en Liborina, un pequeño municipio ubicado en el departamento de Antioquia, hace 67 años. »Es la tierra donde se cultiva el mejor frijol del mundo», dice, con la sonrisa que lo caracteriza, cada vez que le preguntan por aquel lugar.
Este experimentado árbitro mostró la vocación de juez desde su juventud. Tenía 16 años, cuando dejó de jugar voleibol con sus amigos del colegio, para hacer un curso de arbitraje. Cada vez que leía el reglamento se apasionaba más y como él mismo señala: »desde aquel momento sigue haciendo el curso».
Dentro de la lista de competencias que Reinaldo ha dirigido, cuenta que ha tenido la fortuna de estar en dos Juegos Sudamericanos y del Caribe, dos Suramericanos de Voleibol, muchos Juegos Deportivos Nacionales y otros torneos departamentales, tantos que no recuerda el número exacto.
Reinaldo hizo todo el proceso hasta lograr el sueño de convertirse en árbitro. Fue planillero, juez de línea, asistente y hasta viajó varias veces en avión con el fallecido Yesid Santos (expresidente de la Liga Antioqueña de voleibol) para hacer sonar su silbato en las cachas de todo el departamento.
¿Cuál fue su primera experiencia como árbitro?
Claro, mi primer partido a cargo del silbato y las tarjetas fue en los Juegos Intercolegiados de 1972, se enfrentaron los colegios Pablo VI y el Marco Fidel Suárez. Ese día me fue tan bien que me siguieron llamando a pitar».
¿Y a nivel nacional?
Eso se lo debo a Yesid Santos, un día me pasó un tiquete para viajar a Pamplona y trabajar en los Juegos Nacionales Junior, luego él me recomendó para arbitrar en los Juegos Deportivos Universitarios en Popayán.
¿Qué recuerda de Yesid Santos?
Era un gran periodista. Un tipo amante de los deportes. Fue uno de mis grandes amigos en el voleibol, viajé varias veces en avión con él y me dio muy duro su fallecimiento.
¿Qué es lo más bonito de ser árbitro de voleibol?
Para mí lo más bonito es que en cada partido aprendes cosas nuevas, bien sea de los jugadores o de los colegas, eso hace que nunca se acabe la pasión por este oficio.
¿Cumplió todas sus metas como árbitro?
La verdad no, debo admitir que siempre quise llegar más lejos internacionalmente pero por un montón de cuestiones no pude, entre ellas el dominio del inglés, nunca pude aprenderlo.
¿Qué consejo le da los jóvenes que empiezan en el mundo del arbitraje?
Yo les digo a los muchachos que se preparen, que estudien mucho y sobre todo que sean constantes, que no se queden solo en los cursos de arbitraje sino que vayan más allá.
¿Usted es consciente de qué es uno de los referentes del juzgamiento en el voleibol?
{Risas} No, yo nunca me he sentido así, todavía hay varios experimentados en el tema. Yo solo sé que quiero seguir pitando, es una de las cosas que más me alegra mis días.
Actualmente, ‘Rei’ como le dicen sus amigos, hace parte de la empresa de árbitros Volley Colombia. En cada partido, muestra su vigencia y sobre todo la alegría de seguir ligado al voleibol.